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Una vida dedicada al arte


Lleva toda su vida en esta rama artística, la pasión por la danza la lleva en la sangre. De bailarina de ballet clásico a danza contemporánea. Una trayectoria inigualable, tanto en Guatemala como México. Aprendió de una de las pioneras mexicanas de la danza contemporánea, Gladiola Orozco, en la Compañía Ballet Teatro del Espacio.


Blanca Rosa Quiñónez Castillo, tiene 64 años y su último trabajo fue en el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) como profesora del Ballet Folklórico. En esta entrevista nos comparte sus inicios, su experiencia en Guatemala y México, sus etapas en el mundo de la danza. De mirada cálida y sonrisa afable recordó su camino artístico, además de compartir una parte importante sobre ella.


¿Cómo nació el gusto por la danza?

Se podría decir que ya lo traía. Cuando estaba en párvulos le enviaron una nota a mi mamá para que siguieran incitando mi gusto por la danza. Porque me gustaba participar en las obras que hacían y salía bailando.


¿Cuántos años tenía cuando inició a practicar ballet?

Comencé a los 10 años en la Escuela Nacional de danza, hice 7 años de carrera. A los 17 me gradué de bailarina de ballet clásico.


¿Qué pensaba cuando estaba arriba del escenario?

No pensaba cuando estaba en el escenario. Lo que hacía era transmitir a través del ballet. Es de disfrutarlo; al terminar la obra analizaba mis fallos y aciertos, lo que me había gustado y lo que no.


¿Cuál fue la obra en la que más le gustó participar?

Todas las danzas las disfruté bastante. Sin embargo, la obra Raymonda se bailó poco, me hubiera gustado volver a participar.


¿Fue bailarina principal en alguna obra?

Tomé el lugar de bailarina principal días antes de la obra, porque la bailarina que haría el papel se enfermó. La obra se llamaba “La Opera Descuartizada”.


¿Cuánto tiempo estuvo en Guatemala?

Bailé durante 11 o 12 años ballet clásico. Con la esperanzada de bailar en una Compañía en México me fui. Ahí comencé a aprender danza contemporánea en la Compañía Ballet Teatro del Espacio, me enseñaron la técnica de Martha Graham; convirtiéndome así en bailarina de danza contemporánea.


Siendo extranjera, ¿cómo se abrió paso en una Compañía mexicana?

Tuve la fortuna de tener una buena carta de presentación; mi capacidad de trabajo. No ponerle pero a lo que me pidieran realizar respecto a la danza, el gusto por aprender; eso hizo que no me costara tanto. La necesidad de incursionar en cosas nuevas. La posibilidad de crecimiento que me ofrecían. Los de la Compañía y mis compañeros siempre me trataron bien.


¿Cuándo tiempo estuvo en México?

Llegué en 1973, estuve alrededor de 12 años hasta que regresé a Guatemala en 1995 por trabajo.


¿Cuándo dejó el ballet?

Cuando regresé a Guatemala en 1993 con la Compañía para una presentación. En los que se encontraban Michel Descombey y Gladiola Orozco. Para esto ya no bailaba en obras, pero era asistente de dirección. Puede incorporarme después como Co-directora del Ballet Nacional.


¿Qué sintió cuando dejó la danza?

Es una etapa conflictiva para todos los bailarines. Cuando dejé de bailar inmediatamente me dediqué a dar clases de danza contemporánea. Viví todas las etapas: fui bailarina, maestra, limpiaba las obras para una presentación y asistente de director.


Me encanta como el cuerpo de los bailarines se transforman por medio del baile y como se perfeccionan a través de las obras. Me da nostalgia, sin embargo para mí fue un cambio natural.


¿Cuántos años de trayectoria tiene?

Al rededor de 53 años de estar en el mundo de la danza. He estado en Momentum y Kriyá, impartí clases por un periodo corto de tiempo de danza folclórica. Asimismo fui profesora en la Escuela Nacional de Danza, además fui directora en la escuela. Implementé el pensum de danza contemporánea. Actualmente se encuentran las carreras de danza clásica y moderna. También di clases en la Escuela Municipal de Danza Clásica.


Por último, ¿qué consejo le daría a alguien que se quiere dedicar al ballet o a un estudiante de esta rama artística?

Le diría que dedicarse a la danza profesional y teatral es un camino largo, casi eterno. Este requiere de mucho amor, dedicación y constancia; si uno tiene un gran amor a la danza no es ningún sacrificio. Es difícil, pero casi a diario se obtiene satisfacción. Este ayuda alimentar la búsqueda de la perfección y el desarrollo cada día.


Hugo Leonel de León/ Blanca en una audición para bailar en Perú en el año de 1983.

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