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Depresión, la enfermedad mental más común en el mundo moderno

Por Angel André Velásquez, 19 de octubre de 2022.


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es una enfermedad mental que se caracteriza, principalmente, por un bajo estado de ánimo y un profundo sentimiento de tristeza, asociado a alteraciones en el comportamiento, y pensamiento. Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo.


Para Marcelo Colussi, Psicólogo, Filósofo y Psicoanalista argentino, “la depresión es un estado psico-patológico. Dicho brevemente, es una enfermedad que tiene que ver con la forma en que psicológicamente una persona se relaciona con otros y con el mundo en general. Es un estado caracterizado por decaimiento, apatía y desgano en general, que puede tener diversos grados, más leve o más profundo, llegando en un caso extremo a lo que llamamos como depresión profunda o melancolía, un estado significativa y peligrosamente patológico que puede terminar con el suicidio”.


La depresión es muy distinta a los cambios en el estado de ánimo de la persona y las respuestas emocionales que tiene frente a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un severo problema de salud, especialmente cuando tiene una duración prolongada, avanzando progresivamente.


La diferencia entre el decaimiento del ánimo y la enfermedad mental mencionada radica en que, en este último, el enfermo no puede superar el desánimo, volviendo su dolor cada vez más profundo y al cabo de un tiempo, mermando su capacidad de desenvolverse en la vida diaria, tanto en el plano mental como en el funcional.


Aunque en la actualidad existen muchos tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados, en el mundo entero (arriba del 90% en muchos países), no recibe dichos tratamientos (análisis brindado por la OMS). Entre los obstáculos más comunes se encuentran la falta de recursos y de personal sanitario capacitados, además de la estigmatización de los trastornos mentales.


Cada año, el número de personas que padecen depresión va en aumento. El costo en términos económicos es alto. Según datos recopilados en el informe estadístico del Centro de Atención Integral de Salud Mental, del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGGS), solo en el año 2006 se atendieron a 25,805 pacientes en Consulta Externa, con un total de 11,069 personas con diagnóstico de depresión, representando un 43 % de las patologías tratadas.


Todo tiene un origen: los factores causantes de depresión


La depresión es el resultado de la mezcla entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han vivido situaciones adversas (desempleo, luto, traumatismos psicológicos) tienen probabilidades más altas de sufrir depresión. A su vez, la depresión puede generar más estrés y empeorar la situación de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión que ya padece.


Para Juan Carlos, de 26 años, paciente con depresión clínica del Hospital de Salud Mental Dr. Federico Mora, “la depresión es algo que llevas contigo, lo cargas todo el tiempo hasta considerarlo parte de ti. Hay situaciones que van agravando todo, en mi caso, la pérdida de mi abuelo, una mascota y una relación de mucho tiempo, se fueron acumulando en un lapso de año y medio y terminaron por explotar”.


En el ojo del huracán: el sector más vulnerable a padecer depresión


Puede afectar a cualquier persona, independiente de su nivel económico y edad. Las enfermedades mentales no discriminan clase social, etnia, edad o género. Sin embargo, existen 3 componentes de vulnerabilidad:


Componentes psicológicos: la integración y creación de la personalidad de un individuo se inicia en las primeras de la vida, cuando somos bebés y en la infancia y la adolescencia. Una vinculación consistente con las figuras de apego es lo que proporciona una base segura.

Componentes genéticos: existe una vulnerabilidad genética que se transmite a lo largo de generaciones. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), existe una relación entre la genética y salud física del paciente y una enfermedad mental, por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares pueden producir depresión, y viceversa.

Componentes sociales: determinadas situaciones sociales pueden favorecer la aparición de la depresión, tales como las situaciones privación de libertad, el alcoholismo y otras adicciones. Los índices de depresión son elevados entre los grupos objeto de discriminación, por ejemplo, los refugiados y migrantes, las comunidades indígenas; las personas homosexuales, bisexuales, transexuales, lesbianas y los reclusos.


Para la Administradora Educativa, Mirky Fernández, existe un claro sector con mayor probabilidad de padecer depresión. Según Fernández, “los adolescentes y los jóvenes creo que son los más propensos a padecer depresión. Considero que en esta etapa no se tiene una identidad propia, una idea de lo que se quiere, la persona aún se está forjando. Hay muchos factores que influyen en el estado de la salud mental del adolescente, acaba de salir de la etapa de infancia, donde todo es un juego y es bonito y se choca con la realidad en su juventud, llegándose a decepcionar mucho al conocer como es realmente su entorno”.


Consecuencias fatales: el suicido como producto de una depresión prolongada


La depresión grave puede llegar a nublar el pensamiento de la persona afectada, ocasionando que resulte más difícil pedir ayuda. Una depresión grave puede provocar que algunas personas piensen que no merece la pena vivir. A veces, la desesperación y tristeza es tan profunda que una persona puede pensar en suicidarse.

El estigma alrededor de los trastornos mentales y el suicidio, desanima a la persona a buscar ayuda. En situaciones donde el individuo ya piensa en quitarse la vida o ha tratado de hacerlo, esta falta de apoyo y orientación profesional puede desencadenar un final trágico.

La prevención del suicidio no se ha tratado correctamente debido a la falta de sensibilización y el ignorar la depresión como un problema de salud pública. A esto se le suma el tabú que existe en muchas sociedades para tratarlo abiertamente.


En la actualidad, muy pocos países han incluido un plan de prevención de suicidio entre sus prioridades sanitarias, y solo 38 países han notificado que cuentan con una estrategia nacional de prevención del suicidio, según informes de la OMS.

En palabras de Tatiana Romero, estudiante de psicología y paciente de psicoterapia, con respecto al tema del suicidio, “sí, de hecho, mi abuelo se suicidó cuando estaba muy pequeña. Cuando tenía 13 años una amiga mía se intentado suicidar, sin éxito. También conozco a un amigo que tuvo un intento fallido de suicidio. En este último caso, a pesar de brindarle mi apoyo, yo sabía que él no iba a buscar ayuda profesional por el miedo a los prejuicios y perder su masculinidad” afirma.


Comorbilidad: la depresión no viaja sola


Los trastornos mentales, al igual que otros tipos de patologías médicas, no se presentan de manera individual, sino que tienden a asociarse unos con otros. Esta asociación es conocida como comorbilidad.


La depresión frecuentemente aparece acompañada de otros trastornos mentales, tales como la ansiedad o el abuso de sustancias. Según datos del informe publicado por BMC Psychiatry, del análisis realizado en Alemania con los datos del seguro médico público a nivel nacional, entre 2009 y 2017, se confirma el fuerte vínculo entre la depresión, la ansiedad y el abuso de sustancias.


También se encontró que las personas con depresión tienen mayor riesgo de presentar otros trastornos mentales, el riesgo aumenta con la severidad de la depresión. Los autores identificaron a los trastornos somáticos relacionados al estrés, como los que mayor comorbilidad presentaban, afectando a entre el 60 y 65% de las personas con depresión moderada a severa.


Se observó un predominio femenino en los trastornos de ansiedad en la depresión.

El abuso de sustancias quedó en segundo lugar en cuanto a prevalencia de trastornos mentales comórbidos de la depresión, afectando a entre el 12 y 20% de los casos, dependiendo de la severidad.


Según Marcelo Colussi, psicólogo, filósofo y psicoanalista, “la depresión es una psicopatología, por eso empecé por definirla como tal, y como cualquier psicopatología va conjunta con síntomas obsesivo-histérico o psicosis, alcoholismo o drogadicción crónica, angustia, inhibiciones, síntomas psicosomáticos, impotencia o algún trastorno mental con una causa orgánica, por nombrar algunos ejemplos”.


No todo está perdido: control y tratamientos para la depresión


La salud mental es la hermana pobre de la sanidad. No llega ni al 2% del gasto sanitario global, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las estrategias más eficaces se encuentran los programas escolares para promover un el pensamiento positivo entre los niños y adolescentes.


Los talleres dirigidos a los padres de niños con problemas de conducta pueden reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos. Los programas de ejercicio para las personas mayores también son eficaces para prevenir la depresión. Entre los diferentes tratamientos psicológicos se encuentran los tratamientos cara a cara, individuales o en grupo. Los tratamientos psicosociales también son eficaces en los casos de depresión leve.


En Guatemala existen diversas entidades, sin fines de lucro, que se encargan de los temas de salud mental. La Liga Guatemalteca de Higiene Mental es una institución privada, no lucrativa ni gubernamental que vela por la salud mental. Por su parte, Grupo Creare se encarga del sano desarrollo integral de niños, niñas, adolescentes y adultos.

“A lo largo de mi vida he visto como muchos niños pequeños estaban ya condicionados a una postura insensible que no les permite expresarse por el simple hecho de ser hombres. Yo sé que puedo mejorar y curar mi salud mental. Como estudiante de psicología, quisiera ser activista por la salud mental, creando un movimiento que respalde la premisa de que la salud mental no se refleja en la apariencia física. Esto no es una moda, es una enfermedad real," Tatiana Romero, 19 años. Estudiante de psicología y paciente de psicoterapia.


La depresión no es un estado de ánimo, no es una etapa o un sentimiento pasajero. Es una enfermedad mental que, de no ser tratada, evoluciona y consume a quien la padece, terminando en muchas ocasiones en finales fatales.

Es un tema delicado, que debe ser tratado como un problema de salud pública mundial, estimulando la disolución de los estigmas y tabús que lo envuelven, consiguiendo así una generación más sana, funcional y plena en sus facultades.


Aun cuando es normal que las personas experimentemos cambios temporales en el estado de ánimo, se debe estar atento a indicadores de depresión como lo es el experimentar una intensa y permanente tristeza, interfiriendo en el desempeño personal, social, laboral, etc.


Es por ello que es importante tener claro de que, si se presentan varios de los siguientes síntomas, es necesario acudir a un profesional para la valoración psicológica correspondiente y, dependiendo de la gravedad del caso, su posterior tratamiento.


Los síntomas son: pesar, tristeza o ánimo deprimido la mayor parte del día, irritabilidad, disminución del interés en las actividades diarias, insomnio o sueño excesivo, aumento o disminución importante del apetito, sentimientos de inutilidad y culpabilidad, cansancio inexplicable o pérdida de energía, indecisión o capacidad disminuida para pensar o concentrarse, pensamientos recurrentes de muerte, abandono o suicidio.


Es de suma importancia la difusión de esta información en el ámbito escolar pues es aquí donde se puede hacer un trabajo preventivo y realizar la canalización correspondiente a profesionales.



Hospital Nacional de Salud Mental Dr. Federico Mora. Imagen: MSPAS.



Ilustración sobre la depresión. Imagen: Instituto Superior de Estudios Sociales y Sociosanitarios.

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